Debido a la necesidad de invertir grandes cantidades de recursos en los otros pilares, la Justicia se ha derivado al sector privado casi al completo. Son los ciudadanos de la Gran Unión los que pagan hologramas públicos, que muestran a los condenados, de manera que sirvan para disuadir a otros ciudadanos. Con estos pagos logran acumular puntos en sus perfiles sociales, que permiten bonos, beneficios fiscales y ascensos.

Los votos entre espléndidos y sufrientes permiten devolver el equilibrio social en los casos en que no es posible hacer justicia por las vías oficiales. Los neuromentores se han especializado en llevar acabo estas sesiones de transferencia de culpas y violencias, que liberan la psique de las víctimas y las devuelven a su equilibrio original.